DOS
ACONTECIMIENTOS QUE NUNCA SE OLVIDARÁN
Con nuestro dolor
permanente, diremos que tendremos siempre dos acontecimientos, muy dolorosos,
en nuestra historia, que nunca se olvidarán. Y las razones para estas
afirmaciones tienen como soporte, la pérdida de muchas vidas de seres humanos,
que podrían haberse evitado. Nos referimos en concreto a los días 6 y 7, y 13
noviembre del año 1985, cuando ocurrió la toma del Palacio de Justicia y luego
la retoma, y la avalancha que sepultó, casi en su totalidad, al municipio de
Armero, en el departamento del Tolima.
Y nos ayudan a reforzar
los argumentos antes expresados, la misión tan importante que cumplieron los
medios de comunicación, como era y será siempre su deber, para narrar los
hechos, prestar la ayuda que se requería y orientar a todo el mundo sobre qué hacer
y qué aportar en el camino, tanto de afrontar la situación, como de contribuir
con el esfuerzo de todos, para que poco a poco se lograra superar los momentos
tan difíciles que se vivían.
Respeto a la toma del
Palacio de Justicia, no nos proponemos hacer un juicio, pues es mucha la
documentación que se tiene recopilada, difundida y analizada. No tenemos nada
que agregar. Sin embargo, la muerte violenta de varios magistrados y la
desaparición de personas que se hallaban en diligencias, son acontecimientos
que serán lamentados en cada nueva fecha de recordación. Obviamente, unida a la
llamada operación de retoma del Palacio de Justicia, que fue una acción
militar, que puede decirse que fue tan violenta como la misma toma del
edificio. Por eso, en el mundo entero, se invoca que no haya violencia, como
fórmula para resolver las distintas y las variadas formas de violencia.
En Colombia,
infortunadamente, hemos tenido mucha violencia. Basta con examinar épocas tan
remotas, desde el descubrimiento, la conquista, el sometimiento, la
independencia y los años siguientes, que cada vez son pruebas de las distintas
modalidades de violencia, originadas en conflictos, por ejemplo, por la tierra,
por el poder, por las creencias religiosas, por los partidos políticos y
actualmente, por el negocio de la droga.
El segundo hecho que
lamentamos fue el desastre de la naturaleza que acabó, como ya dijimos, con el
municipio de Armero, en el departamento del Tolima. Más 25 mil personas enterradas, fuera de
animales, edificaciones, rescatados, como niños, que nunca volvieron donde sus
padres. En fin, podríamos mencionar todas las consecuencias de este hecho de la
naturaleza. Pero al final, tanto éste, como la toma y la retoma del Palacio de
Justicia, son acontecimientos que nunca olvidaremos.

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