lunes, 15 de mayo de 2023

 

EL MUTUO RESPETO DE LAS AUTORIDADES

 

Como ciudadanos, como periodistas, como abogados y como personas que estamos atentas a las noticias de cada día y, sobre todo, siendo conscientes de que la mayoría de ellas, provienen de los actos y de las decisiones de las autoridades, consideramos que las palabras que se han cruzado en los últimos días, el presidente de la república y el fiscal general de la nación, deben llamar al mutuo respeto de estos dos altos funcionarios del Estado Colombiano.

Sabemos que aquella expresión, que dice, “depende del tonito con que me digan”, que es tan popular y tan socorrida cotidianamente, y que empleamos en algunos casos, para mermarle la carga o la fuerza a las manifestaciones que nos dicen, tiene una relación concreta con el intercambio de palabras que escuchamos en estos días, de quienes, por su alta investidura, deberían dar ejemplo del mutuo respeto, en medio del debate público, y evitar hacerlo alrededor y al calor emotivo de cada momento.

Muchas veces, hasta se incurre en imprecisiones, en errores, en interpretaciones absurdas, que la otra parte aprovecha para contestar en términos más fuertes que no convocan a calmar los ánimos sino a que, se llegue hasta el otro extremo, en ocasiones del insulto, de la provocación y de la falta del respeto mutuo que debemos practicar todas las personas.

Un sistema democrático, como el nuestro, proclamado en la Carta Magna, necesita de la deliberación pública, que otros llaman del diálogo entre contrarios, de la conversación con la diferencia, de escuchar los argumentos del otro, porque solamente cuando se conocen las posturas de la otra parte, es cuando es posible hasta reconocer que quien inicialmente era nuestro opositor o contrario, tenía la razón, o que también sus propuestas eran mejores que las nuestras.

A los antes expresado, debemos agregar que cuando la conducta de las autoridades es de mutuo respeto entre ellas, y el comportamiento de nosotros, es también respetuoso entre nosotros, no habrá lugar a la violencia verbal, ni mucho menos a la violencia física. Ocurrirá todo lo contrario, que es la convivencia con la diferencia, en forma pacífica y sin violencia alguna.

Recordemos que muchos conflictos, en todas partes del mundo, se han originado por el uso inadecuado de las palabras. Porque se considera que ellas contienen ofensas, ultrajes a ciertos seres, denuncias ajenas a la verdad, incitación a la violencia, provocación a la guerra y, en fin, bastantes serían las cargas que tienen las palabras que ocasionarían daños irreparables a la sociedad.

Por consiguiente, debemos llamar la atención en Colombia, con esta corta reflexión, para pedirle al presidente de la república y al fiscal general de la nación, que moderen sus palabras, que se respeten mutuamente, como ejemplo para todos los colombianos. Y que todos los colombianos, también seamos conscientes de que debemos vivir bien, casi que “sabroso”, como acostumbre decir la vicepresidencia de la república, utilizando bien las palabras y sin que éstas constituyan provocaciones a los demás.

En esta tarea, no podemos olvidar la misión tan importante de periodistas y medios de comunicación, que deben cumplir y lo están haciendo, cuando llaman a la cordura, a la sensatez y al respeto, valores y comportamientos tan esenciales en el diario vivir de toda Colombia. Por eso, seguimos llamando a la utopía, de manera que de tanto invocarla, se convierta en realidad.