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martes, 25 de septiembre de 2012


UNA JUSTA PROTESTA Y UNA RECLAMACIÓN QUE RECLAMA TRANSPARENCIA


Medellín, 24 de septiembre de 2012


Ingeniero

ORLANDO CONTRERAS

Director, Proceso de Selección del Representante de la Sociedad Civil a la Junta Nacional de la Autoridad Nacional de Televisión

UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER

Carrera 27 – Calle 9ª, Bucaramanga, Santander

Ref.: Críticas al proceso de selección.

El suscrito, AZAEL DE JESÚS CARVAJAL MARTÍNEZ, de la manera más respetuosa y comedida, pero al mismo tiempo sincera y enérgica, expresa las siguientes críticas al “Proceso de Selección del Representante de la Sociedad Civil a la Junta Nacional de la Autoridad Nacional de Televisión”. Para el efecto, empieza por la prueba “Assessment Center”, que presentó el miércoles 5 de septiembre a la 1 y 30 p.m.

En dicha oportunidad, los encargados de su realización fueron dos psicólogos. El señor nos informó que nos leían un documento y de él, tomábamos un texto para sustentarlo, con la idea de convencerlos, por ser ellos, los demás miembros de la Autoridad Nacional de Televisión. El tema, hacía alusión a un asunto jurídico. En concreto, yo escogí el texto que dice: (…) garantizar el pluralismo y la información imparcial (…)”.

El ejercicio se escribía durante un tiempo de quince minutos y después se explicaba, en forma verbal, en un plazo de cinco minutos. En mi calidad de profesor por más de 25 años de la materia “Derecho de la Comunicación” y autor del libro “Los Periodistas y el Derecho a la Información”, cuya breve reseña hizo el periódico El Espectador, este domingo 23 de septiembre de 2012, en la página 51, sección: EL RINCÓN DE LA ACADEMIA” , considero que tengo suficiente conocimiento para saber que el texto de dicha prueba se encuentra en el artículo 20 de la Constitución Política de 1991 y hace parte del gran derecho fundamental a la información. Por eso, al escribir expliqué que para aquella garantía se requería de sujetos cualificados, muy competentes para investigar en distintas fuentes, de manera que pudieran conseguir el material que luego difundirían, debidamente confirmado. Y agregué que se desarrollaba el proceso informativo, teniendo como el gran garante al Estado, y añadí otros aspectos de dicho proceso.

Cuando me tocó la explicación verbal, hice hincapié en el derecho fundamental a la información, cuya satisfacción se concreta en el proceso informativo, que tiene cinco componentes, entre ellos, los sujetos, y destaqué de ellos, al universal, que corresponde a toda sociedad democrática, la cual tiene el derecho a ser informada en forma plural, diversa e imparcial, por medio del sujeto cualificado, que es el profesional, con el respaldo del sujeto organizado, que es la empresa, la cual administra o gestiona al medio de comunicación, que en nuestro caso, se refiere a la televisión. Los medios, para garantizar el pluralismo, la diversidad y la imparcialidad, tienen que ser varios y distintos al enfocar los mensajes que difunden, que no puede limitarse a la mera información, sino que incluye otros, como el mensaje de juicios de valor o la opinión, los mensajes de ideas o ideológicos, y otros mensajes, como los culturales, los científicos, los gráficos, los musicales. Hice especial referencia a que no basta con la pluralidad de medios, si todos son iguales en su orientación del mensaje. Por ello, es indispensable complementar la pluralidad con la diversidad.

Y destaqué mucho al sujeto universal que, en ejercicio del derecho fundamental a la asociación, se une con otros para formar las ligas o asociaciones de televidentes, y reclamar el derecho a ser informado, adecuadamente, por quienes tienen el deber, que son los sujetos cualificados y organizados. Asimismo, hice alusión a la figura del Defensor del Televidente, que debe hacerse obligatoria en toda la televisión, pues, hoy solo lo es en la televisión privada. También hice alusión a la televisión comunitaria.

Y terminé con el Estado Garantista, cuyo quehacer se concreta en la Autoridad Nacional de Televisión, con especial énfasis en el Representante de la Sociedad Civil.

Concluida mi intervención, al señor psicólogo, de quien no tengo dudas sobre su competencia en su campo profesional específico, lo noté con un rostro perplejo y hubo momentos en que se reía. Por eso, de él, sí puedo afirmar, con toda mi autoridad, que no es el profesional con la idoneidad específica para calificar mis respuestas que exigen formación jurídica. La calificación de 4.7 me produjo una sensación de humillación. Porque es un grave contraste que al profesor de la materia, que se examina, la pierda frente a dos evaluadores, de quienes no se puede desconocer su competencia, pero en otro campo del conocimiento, jamás, en el nuevo campo del derecho, que es el derecho a la información.

Por consiguiente, en forma decente, civilizada y argumentativa, expreso mi más absoluto rechazo al tratamiento que recibí de los dos profesionales en psicología, una dama y un caballero, porque considero que en dicha prueba, la Universidad Industrial de Santander sí falló en asunto grave. Lástima que estaba anunciada que no había lugar a reclamación para esta prueba, y con sobrada razón, porque considero que la calificación tiene más fundamento subjetivo que soporte en una formación jurídica de los evaluadores.

Y, para abundar en la argumentación, al iniciarse el proceso, en la evaluación de la experiencia y, en concreto, frente al aporte a las tecnologías de la información, las telecomunicaciones, la educación y la cultural, cuya máxima sumatoria era 5, en mi caso, sólo alcanzaba para 3.3. Por eso, reclamé y creo que con base en mis explicaciones, sobre todo, porque mi libro es un texto de estudio en las Facultades y Escuelas de Periodismo y Comunicación, en los medios de comunicación y en otras instituciones, se me reconoció el máximo puntaje de 5.

Lo anterior me autoriza para decir que la Universidad Industrial de Santander, que es una institución muy respetable y reconocida en sus programas académicos específicos, al carecer de programas en periodismo, en comunicaciones y campos similares, no tiene competencias académicas para examinar a profesionales, formados en dichos campos y otras de las ciencias sociales y humanas, de manera que pudiera cumplir a plenitud una tarea tan delicada como fue la de escoger al representante de la sociedad civil ante la nueva Autoridad Nacional de Televisión.

En resumen, ¡qué frustración y qué desencanto con instituciones y con procesos que se hacen sin la participación de personal profesional competente en el campo específico de un proceso, que debió ser ejemplo por todos los aspectos para Colombia, pero que no lo fue!

Atentamente,



AZAEL DE JESÚS CARVAJAL MARTÍNEZ

Circular 73B No. 39-10, apartamento 702, edificio Torremolinos, teléfonos 413 88 48 y celular 313 611 91 89, MEDELLÍN

miércoles, 16 de marzo de 2011

La multa al Canal U: ¿Una forma de censura?

Empezamos con esta cita: "Multa a Canal U por $112´762.000 pesos por emitir, en el programa Cosas por decir del 28 de noviembre de 2007, en el horario comprendido entre las 19 y las 20:05 horas, cuya franja objetivo es la familiar, imágenes con alto contenido sexual". Para mayor ilustración, completamos de la misma cita, lo siguiente: "El hecho: Canal U presenta un programa en el se ¨habla¨ de un canal porno llamado Kamasutra y de páginas web de sexo. No hay imágenes explícitas. Se conversa sobre el tema. Y no es sexo oral.
El argumento de la CNTV: ¨La presente investigación no se adelantó por considerar escandaloso, inmoral o pecaminoso el tratamiento del tema, ni tan siquiera por haber tratado el tema de la pornografía, sino por haber utilizado un lenguaje que escenifica, sin verlo, actividades sexuales, convirtiendo la conversación en una pintura licenciosa y de imágenes pornográficas que generan en el menor televidente confusiones e incluso provocaciones en su sensibilidad, pues no producen el mismo impacto emocional expresiones e imágenes sexuales en un adulto, un preadolescente o un adolescente". Rincón, Ómar. La moral de la CNTV. El Tiempo, debes hacer, Bogotá, lunes 14 de marzo de 2011, página 2.

Nos atrevemos a sostener que aquella multa, sin la menor duda, es una clara forma y prueba de censura, por varias razones. Porque tal cantidad de dinero, significa en la práctica, que el Canal U, fácilmente, puede llegar a su extinción, porque no se trata de televisión comercial que tenga y acumule grandes recursos económicos por la publiciadad. La falta, que daría lugar para muchos comentarios, no existe en la práctica, porque entonces, quiere decir que las palabras naturales que se emplean para hablar tema que todavía es tabú en nuestro medio, como es el sexo, son instrumentos para confundir, provocar, estimular y podemos agregar más términos y verbos, hasta llegar a la violación. ¿En qué mente cabe semejante razonamiento?

Además, ¿cómo entender, entonces, el artículo 20 de la Constitución, tan claro y contundente al mandar que en Colombia no habrá censura? Valdría la pena que la CNTV estuviera más atento a la programación de los otros canales y examinará con más cuidado todo su contenido y como dice Ómar Rincón de la CNTV: "¡Ay!, tan valiente con los pobres (Canal U) y tan sumiso con los ricos (Caracol y RCN)".

miércoles, 30 de junio de 2010

¿Qué podemos decir y qué esperar del futuro tercer canal de televisión privada?

En medio de un gran debate avanza el proceso de licitación para la adjudicación del tercer canal de televisión privada de cobertura nacional. De los cinco miembros que integran la Comisión Nacional de Televisión, entidad que tiene en sus manos esta decisión, sólo ejercen cuatro, porque al quinto, se le venció el período y aún no se ha procedido a designar su reemplazo.

Varios son los aspectos sobre los cuales se puede continuar el debate. El primero, es el relativo a la aplicación de un concepto del Consejo de Estado, sobre el requisito de pluralidad de participantes. El segundo, tiene que ver con la posición de la Procuraduría General de la Nación, que sostiene que la pluralidad se exige para los oferentes, es decir, quienes tengan interés de participar en el proceso, pero no se requiere para los proponentes, pues basta uno, quien, en tales circunstancias, deberá pagar el 10% -diez por ciento- más sobre la cifra en que se fijó para la subasta.

Un tercer aspecto, que para nosotros es el de mayor trascendencia, consiste en conocer cuál es la oferta de contenidos de la programación del grupo PLANETA, que es el único proponente que quedó en este proceso. Los otros, se retiraron y alegaron varias razones para hacerlo.

Por consiguiente, nosotros somos más concretos en nuestra posición. Parar empezar, recordemos que la audiencia es variada, porque comprende varias franjas: infantil, de familia y de adultos. Cada una de ellas, tiene expectativas sobre la programación, pues, ésta deberá estar acorde con sus intereses. Por eso, el asunto de fondo tiene que ver con los contenidos de cada programa, de manera que el televidente reciba un mensaje que lo satisfaga plenamente. Sin embargo, nos haríamos muy extensos si dijéramos cuál debe ser cada contenido, de acuerdo con el receptor.

Sin embargo, esta corta reflexión puede ser un punto de partida para propiciar un gran debate de sectores tan importantes como las organizaciones de televidentes, los educadores, los padres de familia, las universidades, los estudiantes, los investigadores, los columnistas de diferentes medios de comunicación, las facultades de comunicación y de periodismo, los líderes de opinión y, en general, de quienes consideren que pueden aportar ideas y propuestas para, al menos, concebir una programación de televisión, así sea todavía muy utópica, pero que se oriente a cada público y le lleve un mensaje que contribuya a su enriquecimiento como ser humano que es.

El pluralismo, como rasgo característico de una democracia, en el amplio campo de las ideas, es precisamente, la posibilidad de convocar y realizar el diálogo público, el debate argumentativo, la reflexión serena y sin sectarismos, y escuchar a quienes quieran participar en ese gran foro, para que, entre todos, construyamos un proyecto de nueva televisión pública. Dejamos este sugerencia para que empecemos a expresarnos libremente, responsablemente y, sobre todo, positivamente.