lunes, 14 de noviembre de 2011

GANÓ EL DERECHO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN PÚBLICA, PORQUE SU EJERCICIO FUE PACIFICÓ

Con motivo de la marcha de los estudiantes universitarios que tuvo lugar el jueves 10de noviembre de 2011, en la ciudad de Bogotá, para pedir el retiro del proyecto de ley que pretende reforma la actual norma, que es la ley 30 de 1992, sobre la educación superior, debemos destacar la forma pacífica como se realizó.

No tenemos la menor duda de que los estudiantes han aprendido pronto la lección, consistente en que este tipo de movilizaciones consitituyen el ejercicio legítimo y constitucional de un derecho fundamental, consagrado en el artículo 37 de la Carta Magna. Porque, efectivamente, la parte del pueblo que quiera, puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer, como dice la norma, de manera expresa, los casos en los cuales se podrá limitar la realización de este derecho.

Hasta la fecha, no tenemos la respectiva ley estatutaria que regule este derecho. Pero es claro que mientras tanto, su ejercicio debe estar apoyado en otros principios constitucionales y legales, como la ausencia de violencia, el respeto hacia las autoridades, el uso natural de parlantes, la ausencia de personas armadas y hasta encapuchadas, porque la libertad de palabra, se realiza con la cara destapada y con la manifestación de los argumentos, constituidos en denuncias, proclamas y peticiones.

Precisamente, las sociedades que se dicen ser democráticas, como lo proclama nuestra Carga Magna, tienen que ser comunidades, donde las libertades públicas, entre ellas, la correspondientes al clásico y hasta rancio derecho al uso de la palabra, se lleve a cabo cada vez que sea necesario y esté debidamente justificado, porque es la forma de hacer realidad los mandatos que sirven de fundamaento a la llamada sociedad de la deliberación, del diálogo público y de la controversia civilizada, porque no siempre todos estamos de acuerdo sobre asuntos de interés público que a todos nos convoca. Porque en un régimen democrática, el unanimismo, pocas veces existe. En la mayoría de asuntos públicos, siempre tendremos distintos puntos de vista, pero encaminados a encontrar el mejor.

Ojalá y así lo deseamos, que todos los problemas que estamos afrontando desde tiempo atrás y de los cuales aún no se vislumbra solución alguna, los podamos poner en común, es decir, hacerlos conocer colectivamente, mediante estas manifestaciones que, con toda seguridad, permitirán enterar al público de lo que se pretende y sumar simpatías para que el gobierno, sea también consciente, de que el pueblo está despertando del largo letargo y por la vía civilizada de las reuniones y manifestaciones públicas va a reclamar sus derechos que están en mora de ser satisfechos.

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