EL
GOBERNANTE TIENE EL DEBER DE SABER COMUNICAR
Las recientes actuaciones
y declaraciones de los funcionarios más cercanos al presidente de la república,
como son los ministros de hacienda y crédito público, de relaciones exteriores y
de deportes, han creado un ambiente de incertidumbre en todo el país, porque
sus palabras no son tan claras y concretas, como deberían ser, que finalmente,
no sabemos qué es lo que está pasando en el alto gobierno y, sobre todo, porque
los mensajes para comunicar sus decisiones de interés colectivo, son confusos y
muchas veces hasta contradictorios frente al deber de respetar la constitución
y, la ley, en cada materia especifica, y especialmente, nunca faltar a la
verdad, como parte del derecho de la sociedad a ser bien informada.
Tal situación tiene efectos
perversos y dañinos en una democracia, donde uno de sus principios esenciales
consiste en presumir que los acuerdos y los desacuerdos, tanto entre los
ciudadanos, como entre éstos y los gobernantes, y entre los mismos gobernantes
de distinto orden, siempre requieren, como fundamento básico, para propiciar,
la que hemos dicho tantas veces, necesaria deliberación pública, que se
expresen en un lenguaje que, frente a la realidad, siempre tengan como soporte
la verdad, un término que seguramente, todas las veces creará polémica, pero lo
importante es controvertir con soportes sólidos.
Por ejemplo, en el reciente
caso, de los dineros aprobados por el congreso para garantizar la realización
de obras de inmensa trascendencia pública en la ciudad de Bogotá y en el departamento
de Antioquia, desaparecieron de los compromisos que dijo tener el alto gobierno.
Y, como era apenas lo normal de esperarse en este tipo de asuntos públicos, que
por su propia naturaleza demandan el interés colectivo, que vino la reacción de
las autoridades regionales porque la información del ministerio de hacienda,
excluía dicho dinero, ya comprometido, y en consecuencia faltaba a la verdad.
Después del alboroto en
toda Colombia, y del papel de los medios de comunicación, que investigaban y
contaban sobre estos hechos noticiosos, que originaron, además, la salida de empleados
que llevaban varios años de trabajo, sin estar en esas posiciones por motivación
y representación política sino porque eran cargos con claro requisitos de
conocimientos técnicos, el gobierno dijo que corrigió el error para que la situación
regresara al lugar donde debía permanecer.
Sobre el ministerio de
relaciones exteriores, su titular ha debido, sin demora alguna, acatar la
suspensión provisional, retirarse del cargo y asumir la defensa, pero no manifestar,
confusamente y arbitrariamente, que su designación o remoción dependía del
superior que es el presidente de la república. No. Siempre hay que respetar las
competencias de otros órganos del Estado.
Y del ministerio del deporte
es mucho lo que se ha dicho, tanto por altos funcionarios de Colombia, como por
otras instituciones y personas conocedores de la materia, que finalmente, en
medio del caos y del desorden informativo, lo que se sabe con certeza es que
Colombia, Barranquilla y ciudades cercanas, perdieron la gran oportunidad de realizar
los juegos panamericanos de 2027, que, desde ahora, anunciaban grandes certámenes
con muchos beneficios.
La conclusión inevitable
pero necesaria y dolorosa es aceptar que los gobernantes de todo orden, tienen
el deber de saber comunicar y uno de los requisitos es siempre decir la verdad.