EL MUTUO RESPETO DE LAS AUTORIDADES
Como ciudadanos, como periodistas, como abogados y como personas que
estamos atentas a las noticias de cada día y, sobre todo, siendo conscientes de
que la mayoría de ellas, provienen de los actos y de las decisiones de las
autoridades, consideramos que las palabras que se han cruzado en los últimos
días, el presidente de la república y el fiscal general de la nación, deben
llamar al mutuo respeto de estos dos altos funcionarios del Estado Colombiano.
Sabemos que aquella expresión, que dice, “depende del tonito con que me
digan”, que es tan popular y tan socorrida cotidianamente, y que empleamos en
algunos casos, para mermarle la carga o la fuerza a las manifestaciones que nos
dicen, tiene una relación concreta con el intercambio de palabras que
escuchamos en estos días, de quienes, por su alta investidura, deberían dar
ejemplo del mutuo respeto, en medio del debate público, y evitar hacerlo alrededor
y al calor emotivo de cada momento.
Muchas veces, hasta se incurre en imprecisiones, en errores, en
interpretaciones absurdas, que la otra parte aprovecha para contestar en
términos más fuertes que no convocan a calmar los ánimos sino a que, se llegue
hasta el otro extremo, en ocasiones del insulto, de la provocación y de la
falta del respeto mutuo que debemos practicar todas las personas.
Un sistema democrático, como el nuestro, proclamado en la Carta Magna,
necesita de la deliberación pública, que otros llaman del diálogo entre
contrarios, de la conversación con la diferencia, de escuchar los argumentos
del otro, porque solamente cuando se conocen las posturas de la otra parte, es
cuando es posible hasta reconocer que quien inicialmente era nuestro opositor o
contrario, tenía la razón, o que también sus propuestas eran mejores que las
nuestras.
A los antes expresado, debemos agregar que cuando la conducta de las
autoridades es de mutuo respeto entre ellas, y el comportamiento de nosotros,
es también respetuoso entre nosotros, no habrá lugar a la violencia verbal, ni
mucho menos a la violencia física. Ocurrirá todo lo contrario, que es la
convivencia con la diferencia, en forma pacífica y sin violencia alguna.
Recordemos que muchos conflictos, en todas partes del mundo, se han
originado por el uso inadecuado de las palabras. Porque se considera que ellas
contienen ofensas, ultrajes a ciertos seres, denuncias ajenas a la verdad,
incitación a la violencia, provocación a la guerra y, en fin, bastantes serían
las cargas que tienen las palabras que ocasionarían daños irreparables a la
sociedad.
Por consiguiente, debemos llamar la atención en Colombia, con esta corta
reflexión, para pedirle al presidente de la república y al fiscal general de la
nación, que moderen sus palabras, que se respeten mutuamente, como ejemplo para
todos los colombianos. Y que todos los colombianos, también seamos conscientes
de que debemos vivir bien, casi que “sabroso”, como acostumbre decir la
vicepresidencia de la república, utilizando bien las palabras y sin que éstas
constituyan provocaciones a los demás.
En esta tarea, no podemos olvidar la misión tan importante de
periodistas y medios de comunicación, que deben cumplir y lo están haciendo,
cuando llaman a la cordura, a la sensatez y al respeto, valores y
comportamientos tan esenciales en el diario vivir de toda Colombia. Por eso,
seguimos llamando a la utopía, de manera que de tanto invocarla, se convierta
en realidad.
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