SEMANA DE MARCHAS
En esta segunda semana del recién empezado año 2023, tuvimos dos días de
marchas. El martes 14 de febrero, la convocada por el presidente Gustavo Petro,
quien pidió apoyo para sus tres proyectos banderas, que son las reformas a la salud,
al trabajo y a las pensiones.
Desde el palacio presidencial, el jefe de Estado, habló durante hora y
media. Y, aunque es verdad que, en este país, se necesitan grandes y profundas
reformas sociales y económicas, para enderezar las rutas que se deben transitar
para superar muchísimos y graves problemas, y lograr la tan anhelada y esquiva
paz, es indispensable hacerlo, pero con el debido cuidado y la sensatez que es esencial
en este tipo de situaciones tan complejas.
Pero para avanzar en este ambicioso y necesario proceso, todos debemos
ser conscientes de un cáncer que nos ha afectado toda la vida y que es la
corrupción, y podemos decirlo, sin temor a equivocarnos, que es en todos los niveles.
Por eso, no es hora de lamentarnos más, sino de tomar muchas acciones y
buscar las más eficaces. Si no procedemos de esa manera, seguiremos viviendo
una situación desastrosa, que cada día es muy grande.
Tiene que ser una iniciativa que se integre con todas las autoridades y
con todas las comunidades y organizaciones sociales, de tal forma, que sean
acciones constantes, como única alternativa.
Si alcanzamos a consolidar cada día este trabajo mancomunado, que en
principio es una utopía, con certeza que, poco a poco, iremos apreciando los
cambios, que sumados nos llevarán a buen puerto.
El segundo día de marchas fue el miércoles15 de febrero, y fue la marcha
de sectores de la oposición en todo el país. No nos atrevemos a calificar cuál
de las dos marchas tuvo más participantes.
Lo que debemos destacar y decirlo, consiste en que, en esencia, el
comportamiento fue aceptable, y que el lunar, que no pudo faltar, fueron las
amenazas contra algunos periodistas y medios de comunicación.
Tal conducta nos lleva a reflexionar, porque requerimos más respeto por
las otras partes, sin importar cuáles o quiénes son. Porque si nos enorgullecemos
de proclamar que Colombia, como lo expresa la Constitución Política es una
democracia, tal propósito significa que todos estamos en el deber de convivir
con los otros, entre ellos, con quienes comportamos y con quienes tengamos diferencias
ideológicas, pero siempre sin violencia, ni verbal ni física.
Debemos agregar que nos duelen todos los actos violentos contra periodistas
y medios de comunicación, porque tal comportamiento es el desconocimiento del
papel tan trascendental que ellos cumplen. Porque sin ellos, jamás podríamos
saber qué pasa en nuestro entorno. Y también sin ellos, no habría manera de
hacer denuncias que, en muchos casos, es el inicio de investigaciones por parte
de las autoridades competentes.
Por consiguiente, siempre seremos defensores incondicionales y reiterativos
de la gran tarea de los medios de comunicación y de los periodistas, llamados
por muchos estudiosos de la materia, como “el perro guardián de la democracia”,
y por tanto, rechazaremos todo acto de amenaza y de violencia en contra del ya
no nombrado como “el cuarto poder, sin el primer poder en las democracias
liberales”.
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