domingo, 19 de octubre de 2014

 
LAS PALABRAS Y SU UTILIZACIÓN EN EL PROCESO DE PAZ

En estos días, los medios de comunicación se han ocupado, en forma bastante amplia, acerca de las reclamaciones que le ha hecho el Procurador General de la Nación al Presidente de la República sobre las competencias de éste, para haber autorizado dos viajes del comandante superior de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FARC, hacia la ciudad de La Habana, donde se llevan a cabo los diálogos de paz. Y, al mismo tiempo, la agrupación política Centro Democrático, que orienta el expresidente y ahora senador, Álvaro Uribe Vélez, en un documento que elaboró, sostiene que pudo verificar 52 ó más inconsistencias en el mencionado proceso de paz.
 
No podemos desconocer que nos hallamos en un momento que tiene y tendrá mucha trascendencia histórica en Colombia, porque somos varias las generaciones que hemos vivido lo esencial de nuestros días, en medio de un conflicto que cada vez se incrementa más, sin que se haya vislumbrado una mínima posibilidad de terminarlo, porque son muchas las causas que lo originan y lo mantienen.
 
Por eso, ahora, cuando se han formalizado las conversaciones, cualquier obstáculo que se surja, en lugar de ser una forma de contribuir a un avance, tiene consecuencias muy negativas. Y, en relación con el manejo del lenguaje, tenemos un asunto que vale la pena reflexionar un poco, porque las palabras, no sólo en el tono en que se expresen, sino en el momento en que se digan, en los lugares donde se manifiesten y con ocasión o por el motivo que sea, podrían tener efectos más perversos de los esperados y hasta llegar a dar por suspendido o concluido un proceso que, consideramos la mayoría de los colombianos, no debe tener reversa.
 
Pero más allá del escenario planteado, están otros aspectos que merecen tenerse en cuenta. Nos referimos al sentido y la coherencia de las palabras, sin que lleguemos a los terrenos profundos  de la semántica y de la sintaxis. Porque, entonces, desde los ámbitos políticos, constitucionales y jurídicos, en cuanto a la misión de la Procuraduría frente al Presidente de la República, ¿habrá palabras que expresen con claridad en qué consisten sus acciones, sin que haya lugar a confusiones, a excesos, a otras interpretaciones ?     
 
Y lo mismo podría pensarse en las llamadas inconsistencias del documento del Centro Democrático que ha dicho que se ha claudicado o se ha entregado nuestro régimen democrático al grupo guerrillero con el que se está negociando.
 
Para despejar las dudas en ambos casos, más allá de las competencias que les corresponda a la Procuraduría General de la Nación y al movimiento político Centro Democrático, nos atrevemos a decir que las palabras empleadas no han sido las más afortunadas para expresar su sentir. Por tanto, el jefe de las negociaciones, doctor Humberto de la Calle ha tenido que  hacer claridad de contenido y claridad lingüística al manifestar que no se ha entregado nada de nuestro sistema político en los acuerdos que se han conocido públicamente en las negociaciones. En otros términos, ha dicho que no son exactas estas argumentaciones. Y sobre la Procuraduría General de la Nación, seguramente, las palabras para decir cuál es su papel en este caso, tendrán que ser reemplazadas por un lenguaje más institucional que un lenguaje de controversia. 
 
  
  

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