lunes, 16 de junio de 2014



DESPUÉS DE LA TEMPESTAD, DE LA PALABRA MAL EMPLEADA, VIENE LA CALMA

 
El domingo 15 de junio de 2014, terminó la campaña presidencial, luego de una campaña, en la cual, la palabra, casi siempre mal empleada, fue el gran referente de un proceso que, en lugar de haber sido un gran ejemplo sobre el buen uso de la palabra para comunicar y convencer a los electores de las propuestas, fue todo lo contrario: mal uso de esa gran herramienta que es la palabra, instrumento esencial en un sistema democrático, que exige su mejor utilización para que al mismo tiempo que se sustenta una iniciativa, ésta sea elegante y rica para llamar la atención de las personas.
 
Decimos que su empleo fue el más denigrante porque en lugar de exponer, criticar, argumentar, deliberar, contradecir y podemos agregar muchos verbos más, de una manera, además de elegante, respetuosa y animada del mayor espíritu de convencer, los contenidos fueron de insultos, agresiones, amenazas, mentiras, injurias, ofensas, agravios, y también podemos añadir otros verbos que constituyen ultrajes entre los dos candidatos.
 
Por lo tanto, vale la pena hacer un examen cuidadoso de las intervenciones de los aspirantes, sobre todo, en los programas de televisión, para apreciar, entre ellos,  la carencia de buen trato, las constantes interrupciones, las recriminaciones y la falta de concreción en los argumentos de los programas y la manera de hacerlos realidad, desde distintos puntos de vista, especialmente, desde el aspecto financiero, porque si, por ejemplo, si se promete educación superior gratuita en las universidades del Estado, para los estratos 1, 2 y 3, también se tiene que explicar de dónde salen los recursos económicos para su financiación y el incremento año por año, para que haya continuidad en un plan tan ambicioso y asimismo, tan atractivo para nuestra inmensa población juvenil.
 
En resumen, el derecho de todas las personas, en especial de los ciudadanos, de recibir mensajes con contenidos claros, concretos, convincentes y respetuosos de los mensajes del  contradictor, también con contenidos escritos en estas mismas formas, nos hizo mucho falta, y ojalá los asesores en una materia de tanta trascendencia como es la relativa a la comunicación, con las características que acabamos de mencionar, tomen atenta nota para los futuros procesos electorales en todos los niveles para que de esa manera, se vayan cambiando las prácticas tan nefastas como las que conocemos hasta ahora, por otras que de verdad enriquezcan los procesos electorales de nuestro aún deficiente sistema democrático comunicativo.
 
Después de la tempestad que pasamos, que venga, entonces, la calma, para replantearnos las formas de realizar las próximas campañas electorales, teniendo como referente, el buen uso del idioma que, además de facilitar la comprensión de las propuestas, nos permitirá que aportemos y hagamos conocer nuestra rica lengua castellana.



 

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