domingo, 20 de enero de 2013


¿ POR QUÉ DEBEMOS CONOCER LAS ACTAS DE LA COMISIÓN ASESORA DE
RELACIONES INTERNACIONALES?

Estamos ante un debate bastante interesante, sobre el cual habrá dos posiciones, claramente distintas. La primera, consiste en que se deben conocer las actas de dicha comisión. La segunda, que no está de acuerdo con su conocimiento porque se generarían reclamos de responsabilidad por las posiciones de las personas en las conversaciones y en las recomendaciones de la comisión. Cada una tiene sus fundamentos, inspirados en distintas teorías, todas relacionadas con los documentos reservados de un Estado. Aunque no podemos negar que algunos documentos, que son la excepción y, además, admitida esta excepción en los Estados de Derecho, que tienen sus explicaciones y sus lógicas, es admisible y razonable que exista la regla que ordene, por un tiempo, también razonable, la permanencia del documento en secreto, plazo que no debe ser demasiado largo. Porque la norma general es la publicidad de los documentos.

Sin embargo, nuestra posición arranca de varios principios. El primero se refiere al derecho de acceso público a los documentos del Estado, cuando éstos contienen materias que son de interés general para la población. En el caso concreto, de las relaciones exteriores, salvo pocos casos, que aún no no atrevemos a decir cuáles serían, no habría justificación alguna para impedir que las deliberaciones de la comisión que, en esencia, consisten en meras recomendaciones, no puedan ser de conocimiento público. ¿Por qué el ciudadano no puede enterarse de la manera como se insinúa el manejo de las relaciones con los demás Estados? ¿O, cuáles son las razoznes para ese secreto? En principio, no encontramos argumentos para impedir ese conocimiento público, que genera más debate, más opinión, más riqueza argumentativa.

El segundo principio tiene que ver con la sociedad de la información, con la sociedad del conocimiento, con la sociedad abierta a conocer más, con la sociedad de la deliberación, con la sociedad del pluralismo, con la sociedad de la diversidad, con la sociedad que dialoga todos los días, sobre los distintos asuntos de importancia colectiva. Todo lo anterior, conduce a la sociedad activa, a la sociedad de la participación. Las democracias liberales, desde las más rancias, siempre deben defender el conocimiento, hoy convertido en información, para poder hablar con los demás, pero teniendo bases para hacerlo. Una sociedad que no tiene posibilidades de investigar, de cuestionar lo que sucede en el medio, de enterarse de las actuaciones de las autoridades y de los particulares, cuando éstos tienen a su cargo, asuntos públicos, será una sociedad pasiva, desinformada, muda, porque no tiene fundamentos par dialogar.

En resumen, las actas de la comisión asesora de relaciones internacionalaes sobre las recomendaciones que se hicieron frente a la demanda de Nicaragua contra Colombia ante la Corte Internacional de Justicia, deben ser de conocimiento público, para que todos los colombianos estemos en capacidad de saber qué dijeron los expresidentes y quienes más participaron en sus deliberaciones. Y, a partir de dicho conocimiento, tener una gran conversación nacional sobre su contenido. En ese papel, han de jugar una tarea trascendental los periodistas y los medios de comunicación.




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