martes, 7 de diciembre de 2010

Los desastres de la pólvora no deben ser las noticias de fin de año

Estamos en el mes de diciembre. Tiempo de regocijo, de alegría, de celebraciones, de reuniones familiares. En general, para compartir en compañía de las personas más cercanos. Por tanto, los momentos que pasaremos con los parientes, los amigos y los vecinos, deben ser también motivo para comportarnos en forma adecuada, en el comer y en el beber. Pero especialmente, en ser sumamente cuidadosos con los juegos, cuando éstos, tiene como gran componente la pólvora.

Las autoridades se han adelantado a las campañas para que todo el mundo, sobre todo, los adultos, asumamos la responsabilidad que nos corresponde y no permitamos que nuestros seres queridos: los menores, sean quienes están manipulando la pólvora. Porque, infortunadamente, la mayoría de lesionados con la pólvora, son los menores. Y los daños que sufren, en la mayoría de las veces, sin irreversibles, por ejemplo: pérdida de un órgano vital como un ojo, una mano, uno o varios dedos, lesiones en la piel, en fin, las fatales quemaduras que dejan huella para toda la vida.

Por eso, en la noble campaña de recordar a los mayores que, en sus manos, está evitar que ocurran estos graves desastres, nos toca ahora, a periodistas, comunicadores y medios de comunicación,participar activamente, todos los días y a toda hora. Nosotros, que escogimos la profesión para mantener informada a la sociedad de los hechos más destacados que, convertidos en noticias y otros mensajes, están llegando a las familias, este es el instante preciso, para reiterar la campaña de no uso de la pólvora.

Esta corta reflexión, confiamos en que sea una voz más de alerta, para que TODOS, sin excepción alguna, nos comprometamos a no permitir que los menores, usen la pólvora. Que todo el mes de diciembre, sea de sanas celebraciones, de reuniones llenas de alegría, como deben ser. Y, que las noticias, ojalá, sean todas, llenas de mensajes positivos y no de noticias sobre el número creciente de heridos, hospitalizados y hasta muertos por la imprudencia de los mayores que, ante la inexperiencia de los menores, no los orientamos, como es nuestro deber.

En resumen, que el mes de diciembre, sea el mes de la alegría familiar, sin quemados, sin heridos, sin muertos, sino en completa felicidad.

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