domingo, 13 de septiembre de 2015

 
EL PERIODISMO SIGUE DE LUTO: ¿HASTA CUÁNDO?

La noticia, que nuevamente, nos conmovió esta semana y que ya no sabemos cómo calificarla, tiene que ver con el asesinato de la periodista Flor Alba Núñez Vargas, en Pitalito, Huila. Y estábamos recordando esta semana que termina, se cumplió un año de la muerte, en iguales condiciones de indefensión del periodista antioqueño, Luis Carlos Cervantes, al menos, sobre cuyo caso, dijeron las autoridades de policía que capturaron a parte de los autores materiales.  
 
Ya no sabemos qué decir, cada vez y con más frecuencia, cuando nos informan sobre este tipo de acciones delictivas que lesionan a tantas personas, empezando por el colega y sus familias y se sigue con la sociedad, en general, porque la privan del profesional que trabaja para que todos estemos enterados del acontecer de nuestro entorno.
 
Las agremiaciones, más allá de pronunciarse y lamentar lo ocurrido, y pedir a las autoridades competentes que agilicen las investigaciones, lo mismo que solicitar protección, no tienen ni están en capacidad ni les compete hacer más. ¿Entonces, qué camino nos queda?
 
No tenemos la fórmula mágica para estos casos. Nuestra solidaridad es una voz que nunca podrá faltar, porque jamás podrán silenciarnos, pero mientras tanto, de quién dependen la seguridad, las garantías, la protección, y podríamos decir más, sin que todavía hallemos la solución, que no dependerá solamente de las autoridades, aunque así en un alto grado de ellas, sino que requiere y reclama también el compromiso de los asociados para que, entre todos, unamos esfuerzos y así tengamos la esperanza de frenar el quehacer de los criminales que aprovechan cualquier posibilidad para matar.
 
 La vida, que tiene muchas definiciones y es una oportunidad única de servir a la comunidad. Y ésta sabe que todas las personas tenemos un compromiso de trabajar siempre en esa dirección. Por tanto, solamente en la medida en que seamos conscientes y solidarios, aportaremos lo que está a nuestro alcance, pero todavía seguimos sin encontrar la solución. 
 
No obstante, deberíamos propiciar un gran debate y que sea permanente, empezando por el compromiso de todos los medios de comunicación, para hacerle frente a esta situación, de manera que escuchemos voces diversas y plurales, con propuestas que examinadas en forma cuidado, podrían orientar, en principio, el camino que debemos seguir. Y en la medida en que se sumen otras voces, desde la academia, de diversas organizaciones sociales, de agrupaciones culturales, de movimientos políticos, de defensores de los derechos humanos, de las mismas autoridades de las ramas del poder público. Es decir, con nuestra arma, que es la palabra, para hacer partícipes a cuantos quieran unirse a una causa que, finalmente, es de todos, para que entre todos, así sea todavía muy utópico, avanzar hacia un clima de tranquilidad, que tanto necesitamos en Colombia. Porque defender el ejercicio libre del periodismo, es un compromiso y un deber que corresponde a los colombianos que seguimos pensando en que la violencia no es la solución a tantos problemas y situaciones de injusticia que vivimos. Estaremos atentos a las respuestas.