martes, 11 de noviembre de 2014


DE PERIODISTAS PROTEGIDOS A PERIODISTAS PRISIONEROS

Un distinguido grupo de periodistas colombianos que sufren las graves consecuencias de amenazas y de atentados contra su vida, por el trabajo que realizan, han logrado, después de muchas luchas, que la Dirección Nacional de Protección les brinde seguridad. Algunas veces, esta protección consiste en un celular, en un chaleco y, en los casos más extremos, se asignan uno o dos escoltas y carro para facilitar el desplazamiento a los lugares de las actividades profesionales.
 
El día jueves, 6 de noviembre de 2014, que corresponde a la semana que acaba de pasar, el doctor Andrés Villamizar, en cuyas manos está la Dirección Nacional de Protección, anunció por su twitter, que si el ministerio de hacienda no proporciona, en forma urgente, la suma de treinta mil millones de pesos, inmediatamente empezaba el desmonte de los esquemas de seguridad, y quienes serían de los primeros afectados, eran precisamente, los periodistas. Por fortuna, un grupo de periodistas que nos hallábamos en Bogotá, en una reunión que promueve el Ministerio del Interior, por medio de su Dirección de Derechos Humanos, para la formulación de la política pública que garantice el derecho a la libertad de expresión de las y los periodistas en el ejercicio de la actividad periodística y comunicativa nos declaramos en suspensión de labores y convocamos a los medios de comunicación de todo el país para que informaran sobre esta noticia, tan negativa y preocupante. Por fortuna, en pocos minutos, se logró una solución que, en realidad es solamente transitoria, porque el déficit es muy grande. Por eso, se han retrasado los pagos a los escoltas que también han anunciado paros si no se tiene una solución definitiva sobre esta situación.
 
Precisamente, el titular de este breve comentario, resume el estado actual de zozobra en el que están viviendo los periodistas porque a los escoltas no se les están reconociendo a tiempo, los viáticos cuando tienen que trasladarse de un lugar a otro, a donde tiene que ir el periodista para cumplir su tarea. Otras veces, no autorizan a los escoltar a acompañar al periodista, aunque éste pague los viáticos. En resumen, el periodista, se ve forzado a tener que permanecer en su lugar.

Por lo anterior, consideramos que estamos ante una situación que justifica un replanteamiento de la Dirección Nacional de Protección, porque de lo contrario, el periodista, no tendrá otra alternativa que permanecer inmovilizado, como prisionero de su situación. Ojalá, en corto tiempo, se  analice con cabeza fría lo que está ocurriendo y se le proporcione la solución más razonable y justo, sobre todo, teniendo en cuenta, la naturaleza del trabajo periodística, si de verdad, se valora esta profesión, en su justa dimensión y su relación con toda la sociedad, a la cual debe garantizarle el derecho a ser bien informada.