lunes, 9 de septiembre de 2013


LA DEMOCRACIA ES COMUNICACIÓN PÚBLICA, PERO EN COLOMBIA, NOS FALTA UN GOBIERNO QUE LA PRACTIQUE

Después de varias semanas de mucha tensión por los paros en distintas regiones del país, ahora, cuando, como dice el presidente Santos, "hemos pasado la tempestad", es necesario una reflexión sobre la falta de una verdadera y auténtica comunicación pública, la cual debe empezar por el propio jefe de Estado y seguir su práctica por los ministros, asesores y demás altos funcionarios que deben hablarle al país, pero de una manera clara, concreta y coherente, sin ambigüedades, de forma tal, que todo lo que se diga, todo lo que debate y todo lo que se acuerde, sea expresado en un lenguaje tan natural y llano, que no admita dudas y evite interpretaciones acomodaticias.

Precisamente, la revista Semana, del 9 al 16 de septiembre de 2013, edición 1636, trae un interesante análisis que titula: Crisis y Revolcón, que empieza como portada y en la parte interior, páginas 26 a 29, profundiza sobre diversos aspectos que, con toda certeza, debería llamar la atención a todo el alto gobierno para que se detenga y examine su contenido. Nosotros nos vamos a detener en el aspecto que es de nuestro mayor interés y es el relativo a la forma como el presidente se comunica con el país y, especialmente, los términos en que lo hace y los que utiliza, para apreciar si realmente, está actuando como debe ser en nuestro sistema político, que se proclama como una democracia garantista, diversa, plural y participativa.

Por ejemplo, dice la mencionada publicación: "El manejo errático que le dio el presidente, declarando un día que el paro no existía y al siguiente que el país estaba en medio de la tormenta, contribuyó a que la factura final de todo este acumulado fuera el batacazo de la encuesta Gallup". Su imagen desfavorable fue del 72 por ciento. Su expresión "fue una metida de pata pero un lapsus linguae no puede costar 25 puntos en una encuesta", agrega la revista.

Lo anterior significa que cuando un gobierno no tiene una estrategia de comunicaciones bien definida y evaluada regularmente, cada vez que habla frente a un conflicto, o para compartir noticias positivas, comete muchísimos errores que le cuestan caro. No importa que rápidamente rectifique, pues, tal conducta, en vez de serle favorable, tiene consecuencias negativas, pues confirma la falta de coherencia para hablarle a la comunidad. Porque en realidad, lo que se aprecia es una improvisación permanente y de continuar así, el pago que se ha de pagar es bastante costoso. Por eso, es necesario que desde ahora mismo, el gobierno haga un profundo replanteamiento de sus políticas comunicativas para que ellas sean un gran soporte para contar todo su quehacer y que éste, sea bien entendido, bien asimilado, y bien evaluado. Mucha parte de este plan empieza por contar con un equipo de profesionales muy competentes, pero si no lo es, ¿cómo podrá trazar las pautas que se deben seguir, cómo ayudar a ejecutarlas, y cómo hacer los ajustes cuando se requieran? Esos son parte de los muchos interrogantes que se podrían plantear.

Recordemos que una democracia, como es proclamada la nuestra, tiene entre sus pilares esenciales, la deliberación permanente, estimulada por el contenido que nos proporcionan los medios de comunicación. Y cuando ese contenido, que debe ser diverso y plural, en todo sentido, empezando por sus fuentes, y lo es, entonces, contamos con material abundante para el diálogo público, para ir formando corrientes que generan las distintas vertientes de opinión pública.

Y, en medio de esas corrientes de opinión pública, está el gobernante, tanto local, como regional y nacional. Pero el presidente de la república es la primera autoridad que debe estar involucrada en la opinión pública. Y de la forma como se exprese, de las palabras que emplee, de la forma como lo diga, va a jugar un papel importante para ser valorarlo. Ojalá, para bien del mismo y de Colombia, haya un cambio en la orientación de la comunicación púbica para que recupere la confianza y, sobre todo, para que el año que le queda y su posible aspiración reelectoral, se consoliden y pueda participar activamente con los otros candidatos, o no ocurra lo contrario, que por falta de estas políticas, tal carencia sea uno de los proyectos de los otros candidatos.







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