lunes, 23 de agosto de 2010

Defendamos el derecho a la información en Venezuela

El derecho a la información, como derecho universal que es, nos corresponde a todos los seres. Por consiguiente, todos, como titulares y sujetos activos, estamos en el deber de defenderlo. Por eso, frente a los recientes acontecimientos de Venezuela, donde el gobierno estableció la censura para impedir que se difundan las realidades, tales como son, tenemos que pronunciarnos, pues, con el uso arbitrario del poder está impidiendo el pleno ejercicio de un derecho que es esencial para que todo el mundo se entere de los sucesos más importantes de nuestro vecino.

Somos conscientes de que los diferentes hechos, que luego de ser valorados, se convierten en noticias, requieren de un tratamiento cuidadoso por parte del profesional, similar a la conducta de los demás profesionales, en el campo específico de su trabajo. Por consiguiente, frente a los sucesos relativos a delitos como asesinatos, hurtos y estafas y, en general, de aquellos que tienen mayor repercusión en la sociedad y frente a los afectados, los periodistas siempre han de ser prudentes al darlos a conocer. Saben que deben respetar los derechos, tanto del agresor como de la víctima. Pero, lo que no pueden hacer, es ocultar la realidad por cruda que ésta sea. Al contrario, como lo recomiendan los grandes tratadistas y profesores, frente a hechos que son dolorosos para la sociedad, como el terrorismo, el genocidio y todo delito que atente gravemente contra los derechos humanos, de ellos, se informa y se hace, sin que sean tratados como espectáculos vulgares para despertar la morbosidad general, sino, con una actitud profesional que implique un rechazo sincero por lo sucedido, pues, somos todos los seres humanos, sensibles a todo acto cobarde y lesivo de la dignidad humana.

Los principios éticos y la responsabilidad, tanto social como jurídica, exigen mantener un compromiso honesto en el trabajo de una profesión que siempre tiene que estar y ejercerse por el bien común. Por tanto, la censura impuesta en Venezuela, en lugar de contribuir a mejorar el clima interno de descontento y desconcierto, lo que hace, en forma permanente, es acabar con las pocas garantías de un Estado de Derecho, que está en deterioro y que al desaparecer, abre el camino para la dictadura. Con sobrada razón, dicen los tratadistas de la democracia y de las libertades públicas, que cuando se establece la censura, la primera víctima es la verdad, que es la esencia del derecho a la información.

En consecuencia, la libertad de expresión, que tiene en el derecho a la información, una de las formas más concretas de realizarse, desaparece, junto con los pocos derechos que se pueden ejercer tímidamente. Ojalá en Colombia, sigamos respirando, gozando y ufanándonos de un régimen que, por encima de cualquier consideración, respeta y garantiza la libertad de expresión de todos los colombianos y de los habitantes de nuestro país.

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