lunes, 30 de agosto de 2010

Desierta la licitación para avanzar con el "Gobierno en Línea"

Es una lástima la noticia que trae el portal del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones: Desierta la licitación para avanzar con el "Gobierno en Línea". Así nos cuenta lo ocurrido: "El Ministro Molano informó que la decisión de declarar desierto el proceso licitatorio 02 del 2010, se tomó teniendo en cuenta las observaciones de la Procuraduría General de la Nación, de la oficina del Zar Anticorrupción y el respaldo de un concepto jurídico solicitado a la firma DeVivero & Asociados S.A., experta en contratación estatal. Y el análisis integral realizado por el comité evaluador, lo que permitió concluir a la entidad que los proponentes que se presentaron no cumplían con los requisitos".

Es más grave aún, por lo que sostiene la parte final de la noticia: "Colombia es el país líder en América Latina y el Caribe en gobierno electrónico y participación electrónica y el noveno a nivel mundial en la oferta de servicios de Gobierno en línea, de acuerdo con el último reporte de Naciones Unidas. La intranet gubernamental, es una plataforma tecnológica que soporta los servicios de Gobierno en línea, el Centro de Datos del Estado, el Centro de Contacto ciudadano y una red para intercambio eficiente de información entre entidades públicas. va a la vanguardia en este gran proceso democrático de acceso a la información".

Por lo anterior, nos preocupa lo ocurrido,pues, esperar una nueva licitación tarda tiempo, difícil de recuperar y, sobre todo, no podemos vaticinar los nuevos tropiezos que podrían presentarse.

Lo antes expresado, nos convoca a enterarnos de que en Colombia, el "Gobierno en Línea" es el desarrollo de una gran estrategia que ha permitido a las autoridades, comunicarse con la sociedad, informarle de los asuntos de interés público, y facilitarle muchas gestiones, todos los días, durante las 24 horas y el año entero.

En síntesis, es una forma de auspiciar el acceso a la información pública, de estimular la consulta de los portales de las distintas entidades del Estado, de democratizar el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones para bien de toda la sociedad. Además, de impulsar planes para aumentar la cobertura, de desarrollar actividades de enseñanza que, en esencia, es una especie de "alfabetización electrónica", de manera que un adecuado entrenamiento, capacite a las personas para el acceso, uso y aprovechamiento. Pero al mismo tiempo, se tiene que ser consciente de la necesidad de contar con equipos electrónicos en establecimientos públicos como bibliotecas y algunas oficinas del Estado, de modo que los interesados tengan lugares a donde ir a aprender y donde, después, puedan utilizar lo aprendido para muchas consultas.

Por eso, el "Gobierno en Línea" es otra forma concreta de propiciar el ejercicio del derecho a la información, otra manera de hacer realidad la democracia participativa en los medios digitales, gracias a la capacitación que brinda el Estado, en forma gratuita, y que es una nueva enseñanza para estar al día, en materia de tecnología, que todos colombianos necesitamos, con urgencia, si no queremos estar cada día, más atrasados, ignorantes y alejados de muchas posibilidades que encontramos en nuestro medio.

lunes, 23 de agosto de 2010

Defendamos el derecho a la información en Venezuela

El derecho a la información, como derecho universal que es, nos corresponde a todos los seres. Por consiguiente, todos, como titulares y sujetos activos, estamos en el deber de defenderlo. Por eso, frente a los recientes acontecimientos de Venezuela, donde el gobierno estableció la censura para impedir que se difundan las realidades, tales como son, tenemos que pronunciarnos, pues, con el uso arbitrario del poder está impidiendo el pleno ejercicio de un derecho que es esencial para que todo el mundo se entere de los sucesos más importantes de nuestro vecino.

Somos conscientes de que los diferentes hechos, que luego de ser valorados, se convierten en noticias, requieren de un tratamiento cuidadoso por parte del profesional, similar a la conducta de los demás profesionales, en el campo específico de su trabajo. Por consiguiente, frente a los sucesos relativos a delitos como asesinatos, hurtos y estafas y, en general, de aquellos que tienen mayor repercusión en la sociedad y frente a los afectados, los periodistas siempre han de ser prudentes al darlos a conocer. Saben que deben respetar los derechos, tanto del agresor como de la víctima. Pero, lo que no pueden hacer, es ocultar la realidad por cruda que ésta sea. Al contrario, como lo recomiendan los grandes tratadistas y profesores, frente a hechos que son dolorosos para la sociedad, como el terrorismo, el genocidio y todo delito que atente gravemente contra los derechos humanos, de ellos, se informa y se hace, sin que sean tratados como espectáculos vulgares para despertar la morbosidad general, sino, con una actitud profesional que implique un rechazo sincero por lo sucedido, pues, somos todos los seres humanos, sensibles a todo acto cobarde y lesivo de la dignidad humana.

Los principios éticos y la responsabilidad, tanto social como jurídica, exigen mantener un compromiso honesto en el trabajo de una profesión que siempre tiene que estar y ejercerse por el bien común. Por tanto, la censura impuesta en Venezuela, en lugar de contribuir a mejorar el clima interno de descontento y desconcierto, lo que hace, en forma permanente, es acabar con las pocas garantías de un Estado de Derecho, que está en deterioro y que al desaparecer, abre el camino para la dictadura. Con sobrada razón, dicen los tratadistas de la democracia y de las libertades públicas, que cuando se establece la censura, la primera víctima es la verdad, que es la esencia del derecho a la información.

En consecuencia, la libertad de expresión, que tiene en el derecho a la información, una de las formas más concretas de realizarse, desaparece, junto con los pocos derechos que se pueden ejercer tímidamente. Ojalá en Colombia, sigamos respirando, gozando y ufanándonos de un régimen que, por encima de cualquier consideración, respeta y garantiza la libertad de expresión de todos los colombianos y de los habitantes de nuestro país.

martes, 17 de agosto de 2010

¿Vuelve la violencia contra los medios de comunicación?

Puede tener mil explicaciones, pero no tiene justificación alguna, el aleve atentado el pasado jueves 12 de agosto, contra la cadena radial Caracol y la agencia de noticias EFE. Porque la violencia, carece de razones, salvo cuando es la única alternativa para ejercer el derecho fundamental a la defensa, frente a un ataque grave, injustificado, inevitable e irremediable.

Un viejo pensador decía que en el mundo existen dos poderes irreconciliables: la espada y la pluma. Sin embargo, decía, la pluma, siempre vencerá, aunque tarde para hacerlo. Por eso, en Colombia y en el mundo entero, quienes seguimos fieles a la utopía de la pluma, que simboliza el derecho a la libertad de palabra o de expresión, nunca renunciaremos a su defensa incondicional, así nos toque pagar con la propia vida.

Consideramos conveniente la unión de todos los que estemos identificados con esta postura. Desde el mismo gobierno, desde los partidos políticos, desde la oposición civilizada, desde las empresas y sus medios de comunicación, de todos los profesionales, de todas las universidades, de todos los centros de estudio. De todos los hombres y mujeres que usamos la razón para argumentar y para guiar los pasos de la vida.

Definitivamente, el terrorismo, como método de lucha, no puede ser admitido por ninguna causa. Al contrario, tenemos que levantar erguida la voz, al unísono, para rechazar enérgicamente a quienes se enceguecen y no saben de derechos humanos, no saben de libertad de expresión. Sólo saben de violencia. A ellos, los tenemos que ahuyentar de nuestro entorno, que se vayan con su ideología y con sus actos criminales donde están sus propios partidarios a ver si algún día, convencidos de su irracionalidad, dejan de causar víctimas.

En defensa de las libertades públicas, en defensa de la paz, en defensa de la convivencia con la diferencia, pero sin violencia, es la respuesta que daremos todos los días, incansablemente. Primero, lo haremos en el desierto, pero pronto, nos oirán en todas partes y el eco, retumbará para siempre, como para siempre es la defensa de la vida de todos los seres humanos, para que, libre y responsablemente, se expresen ante los demás.

lunes, 9 de agosto de 2010

El nuevo gobierno y las libertades públicas

Se inicia un nuevo gobierno con muchas expectativas en todos los campos. Ojalá en los asuntos sociales y económicos, se logren grandes realizaciones porque son muchas las personas que esperan los efectos positivos para superar tantas dificultades que afrontan. Podríamos seguir citando otros campos, como el orden público, las relaciones con los otros órganos de poder y las relaciones internacionales, sólo por mencionar parte de esta compleja situación que vivimos. Por materia, debemos hacer especial énfasis en las garantías que se encaminan en el propósito de que las libertades públicas sean siempre expresión de un gobierno, inspirado en los principios de la democracia, que prefiera el exceso al establecimiento de obstáculos.

Cuando hablamos de libertades públicas, nos referimos a muchos formas de manifestación pública y popular, pero pacífica. Porque un país, que carezca de formas civilizadas de expresarse ante el gobernante, bien sea para decirle que está de acuerdo son sus políticas, o para hacer propuestas alternas, o para protestar cuando no se le escucha, es un pueblo que ha perdido la sensibilidad y el interés por los asuntos que tienen importancia para la comunidad. Y, sobre todo, hoy, cuando gracias a la multitud de medios de comunicación, estamos todo el día enterados del acontecer local, regional, nacional e internacional.

En nuestro caso, las libertades públicas son connaturales al ejercicio del derecho a la información, como máxima superación del clásico derecho a la libertad de expresión. Hoy, la palabra es el instrumento que más utilizamos para establecer relaciones sociales de distinto contenido. Por ejemplo, para mantener una conversación familiar, para explicar la forma de realizar el trabajo, para hacer gestiones, para saludar a todo el mundo. En fin, nos alargaríamos demasiado, si nos detenemos a hablar de que la palabra, hecha comunicación, es parte inherente de toda comunidad, porque no existe la una sin la otra, como lo han afirmado los grandes estudiosos de los fenómenos sociales, culturales, lingüísticos, políticos y de distinto orden.

Esta primera parte, nos sirve de fundamento, para anticiparnos a reclamar del recién instalado gobierno, que sea celoso guardián de todas las libertades públicas. Que prefiera ser tachado de garantista en lugar de ser ligero para pronunciarse en desacuerdo con las manifestaciones sociales. Al contrario, es su deber escuchar a los ciudadanos y a sus organizaciones, porque muchas veces, el punto del vista del otro, está mejor sustentado de quien cree tener siempre la razón. Sólo mediante el empleo de la palabra, y aunque parezca ser un lugar común esta aseveración, es como los seres humanos, todos, sin excepción, nos ponemos a examinar las distintas posturas frente a los asuntos públicos que, de por sí, a todos nos pertenecen.

Por consiguiente, en lugar de un gobierno contestataria, esperamos un gobierno deliberante. En lugar de un gobierno sordo, confiamos en un gobierno presto a las expresiones de la comunidad. En lugar de un gobierno que amenace, debemos tener un gobierno dialogante. En lugar de un gobierno de confrontación con sus contradictores, deberá ser un gobierno receptivo y abierto a las expresiones de quienes afirmen tener mejores argumentos que la autoridad. En síntesis, en lugar de un gobierno autoritario en el uso de la palabra, anhelamos un gobierno que respete todas las formas de libertad de expresión y las tenga en cuenta en todos los momentos en que vaya a tomar decisiones trascendentales. Porque, si llegare a ocurrir así, el antes llamado "cuarto poder" que ahora es el primero, será el poder mediático, convertido en auténtico vocero de la sociedad librepensadora y democrática.

lunes, 2 de agosto de 2010

Dos fechas que celebramos los periodistas

En Colombia, los periodistas y también los comunicadores, tenemos dos fechas importantes para celebrar la importancia de nuestra profesión. La primera, conocida como la fecha clásica, es el 9 de febrero, de cada año, establecida por la Ley 51 de 1975, como un homenaje "al padre de nuestro periodismo, Manuel del Socorro Rodríguez". A pesar de que dicha norma fue declarada inexequible por la Corte Constitucional en 1998, las distintas agremiaciones continúan con esta celebración que tuvimos por 23 años. La segunda conmemoración es el 4 de agosto de cada año, como lo dispone la Ley 1016 de 2006. En esta oportunidad, es en honor del "precursor de la independencia, Antonio Nariño", autor de varios periódicos, entre ellos, La Bagatela, de un contenido bastante político.

No obstante, en ambas fechas, más que reuniones sociales, lo que debemos hacer todos los colegas, es reunirnos en actos académicos para hablar, reflexionar y debatir sobre temas que siempre tienen trascendencia en la vida profesional. Y tomar decisiones y cumplirlas para no pasar de un simple encuentro. Por ejemplo, empezar por cambiar la Ley 1016 de 2006, porque se promulgó con meros propósitos declarativos. Es decir, se queda en ese mero enunciado. En otras palabras, es como un saludo a la bandera, sin efectos de ninguna naturaleza. Pero podríamos ir más allá, como luchar porque tengamos una buena ley estatutaria que desarrolle, suficientemente, el artículo 20 de la Constitución Política que, en esencia, su contenido hace el tránsito de la formulación del clásico derecho a la libertad de expresión -derecho individualista- al derecho a la información -derecho universalista-.

Y, un gran punto esencial de referencia, consiste en que en la nueva norma, se exprese de manera clara, concreta y concisa, el alcance del proceso informativo, que es la forma universal como vivimos en la actual sociedad, llamada también la sociedad de la información o la sociedad del conocimiento, siempre y cuando estemos en un régimen democrático.

Porque necesitamos tener claro que todos los seremos humanos participamos en el proceso informativo. Que también lo hacen los profesionales del periodismo y de las comunicaciones, y los empresarios de los medios de comunicación, que éstos transmiten o difunden distintos mensajes y que deben ser respetuosos de los derechos ajenos, y que cuando abusen del gran poder que tienen en sus manos, interviene el Estado, con sus órganos garantistas.

En síntesis, ojalá este año 2010, nos permita pensar en que estamos urgidos de leyes, pero que sean realmente eficaces para regular un asunto tan vital en nuestra sociedad. Si así ocurre, estamos empezando a orientarnos por la ruta indicada.

Dos fechas que celeramos

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